Que nadie lea
este poema,
que nadie
muestre su cara arquetipo
y sueño sin
antes atravesar los espejos
de lentos ríos y
dormido tiempo
ilustrando su
mácula una copia de nuestro cuerpo.
Nadie mire mis
sienes (sólo disparen),
nadie cubra a
esta carne
de noches y
recuerdos y olvido;
solamente, la
sangre que vierta la aurora
podrá llenarme
de una curiosa muerte
y que será un
espectro hermafrodita
en la eternidad
de mi templo.
Nadie escribió
este poema
por eso no lo
lean;
lo llevaré al
barro donde dialogan los muertos
y lo he de leer
cuando mis tejidos se hagan polvo
y con una
zancada de amor que me atribuya el viento.
(Ariel Van de Linde)
Excelente poema Ariel!
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